"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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15-11-2019 |
Reportaje a un militante de la F.A.U. (1)
José Gurvich: Cruzando fronteras
Redacción SURda.se
La Federación Anarquista Uruguaya FAU, es una organización fuertemente arraigada en las luchas y en la memoria de la resistencia popular, y en particular de la clase obrera uruguaya, que tiene casi 70 años de existencia.
Tuvo un papel decisivo en la formación de la Convención Nacional de Trabajadores CNT a principios de la década de los 60's, y ambiento la creación de un espacio combativo que se popularizo rápidamente como la Tendencia , protagonizando, a través de una organización de masas,la resistencia obrero estudiantil ROE.
Su relación con la acción directa y con la resistencia armada, desde la clandestinidad, antes y durante la dictadura,la llevo a sufrir golpes que pusieron al borde de la extensión, cuando los asesinos de la OCOA, luego de una eliminación selectiva, desmantelan su dirección en Buenos Aires, secuestrando y desapareciendo a sus referentes mas emblemáticos como León Duarte, Gerardo Gatti, Alberto Mechoso y mas de una decena de fundadores.
Luego de la caída de la dictadura comienza el arduo periodo de su recomposición a través de la coordinadora pro FAU, se trataba entonces de promover un fuerte debate que hiciera caudal en la auto critica que dejo a la organización al borde de su desaparición, ese proceso de reconstrucción y de la acción política especifica, trayendo como consecuencia nuevas definiciones en la inserción dentro del campo libertario, indagando con rigor los soportes ideológicos que la constituyeron, y en la necesidad de adoptar nuevas herramientas de análisis para abordar una etapa en la cual no alcanzaba con las heredadas.
Esta entrevista se dio en ese marco, la intencionalidad de la misma, no es auspiciar "teorías sistematicas y totalizantes", por el contrario, la misma nos hace reflexionar en otras problematizaciones donde la teoría deviene en una caja de herramientas, con usos específicos, locales,sin efectos inmediatistas.
En virtud de esto ultimo, el material recogido,sera publicado en varias notas,como contribución a la reflexión, puesta a prueba en su consecuente acción política.
Redacción SURda se
Pregunta: Frecuentemente, se hace una referencia casi mecanicista, acerca el corrimiento de todo el espectro político de la izquierda, hacia la derecha, eso parece ser solo una constatación.
Sin embargo, el diagnóstico de la misma, no hace referencia a las razones, las responsabilidades y las decisiones políticas puntuales que contribuyeron a este desplazamiento.
¿Es el progresismo, un variante pos moderno del reformismo de izquierda, o es algo novedoso, con una estructura diferente?Repuesta: Antes que nada voy a puntualizar en primer término que trataremos de responder en base a posiciones y documentos que ha elaborado la organización sobre diferentes temáticas.
Pues nuestra tarea militante, personal, se ha dado siempre, en estos 70 años, en el marco orgánico y en él hemos participado, a través de distintas instancias colectivas, en esa elaboración, adecuación y reafirmación de posiciones. Además damos por descontado que lo que más debe interesar son las posiciones que FAU tiene en distintos campos sociales. Por supuesto que esto no excluye que en determinadas cuestiones precisas y quizás de detalles demos opiniones personales por las exigencias técnicas que contiene un reportaje. Incluso redactar de nuevo algunos contenidos para hacerlos más breves. De todas maneras trataremos que esas cuestiones se inscriban en la orientación general de la Organización.
R. Esos dos conceptos: derecha e izquierda son cada vez de más difícil y confusa definición. El intentar usarlos con rigor teórico político es casi imposible. Como que obliga a prescindir de sobreentendidos y también obliga a hacer referencia a que entendemos por uno y otro concepto. Esas dificultades surgen de la profunda carga política o ideológica que contienen. Puede condicionar mucho el análisis y hasta desvirtuarlo desdibujando el objeto de estudio o el tratamiento. Esto nos está diciendo muchas veces porqué los debates en torno a lo que es de derecha e izquierda genera importantes zonas de confusión.
Con esto no queremos decir que no haya una problemática que pueda definirse como de izquierda y otra de derecha. Ambos conceptos tienen historia, hay nociones y representaciones sobre ellos, tienen nivel de existencia por más que su interpretación hoy no sea clara y explicativa en relación con procesos. No se trata de que no hay derechas ni izquierdas estamos hablando de otra cosa. Genéricamente las luchas socialistas o anticapitalistas son definidas como de izquierda. Después se trata de ver como realmente están compuestas estas luchas y que consecuencia tienen. También como fueron cambiando en el transcurrir histórico.
Tal vez aquí caben aquellas sugerencias que vienen de Foucault: “ Actualmente, cuando se hace historia —historia de las ideas, del conocimiento o simplemente historia— nos atenemos a ese sujeto de conocimiento y de la representación, como punto de origen a partir del cual es posible el conocimiento y la verdad aparece. Sería interesante que intentáramos ver cómo se produce, a través de la historia, la constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es aquello a partir de lo cual la verdad se da en la historia, sino de un sujeto que se constituyó en el interior mismo de ésta y que, a cada instante, es fundado y vuelto a fundar por ella… “.
El corrimiento hacia esa derecha de fuerzas definidas ellas como de izquierda tiene sin duda sus responsables. Esto tanto a nivel de prácticas sociales, decisión de Partidos y organizaciones sociales determinadas así como la eficacia operante de teorías y dogmas que jugaron gran rol en profundas desviaciones o en la toma de rumbos sociales que conducían a lo opuesto a lo que se postulaba. Para decirlo brevemente, las historias de las sociales democracias son ejemplo de ello. Además del funcionamiento práctico dentro del entramado de la estructura capitalista de esas izquierdas tenemos los problemas de orden teórico-político que fueron el referente fuerte que orientaron esas prácticas.
Distintas corrientes que se identificaban como socialistas, en función de teorías-políticas que establecían como verdades universales inamovibles premisas que finalmente determinaban para donde y de qué forma tenía que ir toda la fuerza social y militante. Tenemos así, como un elemento de primer orden, al Estado. La toma del Estado o trabajar desde el Estado era un elemento estratégico fundamental y rector. Esta elección condicionaba y producía todo lo que después venía. Se veía así al Estado como algo neutral, amorfo o hasta una máquina que la puede manejar quien aquí llega ya sea por elecciones o por otra forma. Por la configuración a que pertenece, por el conjunto de relaciones que lo atraviesan y lo componen, sería una máquina muy particular, acepta solo un conductor, agarra siempre para el miso lado: el de la defensa de las clases dominantes. No hay Estado independiente, neutro o amorfo ni por encima de la sociedad y de las clases. Es el Estado un complejo instrumento de dominación de clase surtido de mecanismos para esa dominación, no por ello deja de cumplir otras funciones que de manera indirecta son necesarias para la perpetuación de ese dominio. Por la constelación a que pertenece y por las funciones que de allí se derivan es apto para ejercer dominación y nada apto para procesos de liberación o emancipación.
De esta forma tenemos teoría-política y prácticas acordes que planteaban lograr así: dictadura del proletariado, avance lento pero seguro hacia el socialismo, socialdemocracias y después parientes cercanos de estas concepciones reformismos y progresismos. El ver críticamente estas teorías no implica que rechacemos la importancia que la teoría juega en el terreno de las luchas sociales y más cuando son estrategias de largo plazo las que se alientan. Sigue siendo de primordial importancia la teoría política, ella es la que permita con rigor, por ejemplo, el establecer la relación existente entre el estado, el poder en general, las clases sociales y las vías idóneas para arribar al cambio de las relaciones sociales. Teoría que está en permanente construcción.
Pero cuando hablamos de esta estructura sistémica surge claramente que los dispositivos, los mecanismos, las tecnologías de poder, las instituciones, los hábitos, los comportamientos, las ideas que inundan la vida social, la misma forma de encarar la producción de bienes y servicios, su relación con la naturaleza, exige ponerlo cabeza abajo para posibilitar otra forma de vida social. Pero ponerlo cabeza abajo con el uso de otras herramientas. De ese universo social y orgánico no sale ningún producto bueno para los de abajo, para construcción de relaciones socialistas o emancipadoras. Las viejas ideas de progresismo creciente en el seno del Estado capitalista nunca tuvieron sustento de rigor pero en la medida del desarrollo del sistema han sido profundamente sepultadas por la historia.
Sí, hay una larga experiencia de tratar de elegir caminos cortos para irse arrimando al socialismo y de movimientos que también así postularon abatir poco a poco al capitalismo. Todo ello a nombre del realismo, de la necesidad de ver con pragmatismo el trayecto hacia el cambio, de elegir supuestas rutas donde se pueden hibridar a nuestro favor de aspiraciones de cambio los mecanismos de reproducción del sistema; diciendo que podemos estar en los circuitos de poder, esos que se fueron constituyendo históricamente para asegurar una mayor eficacia a la dominación, para desde allí, trabajando y produciendo en ellos, vayamos haciendo cambios que ahoguen ese mismo canal dominante. Un conflicto lógico casi insoportable.
Por el contrario lo que demuestra la historia, también producciones teóricas de rigor, es que esos dispositivos de poder absorben, exprimen, hace funcional lo que entra en su circulación. También queda claro que con la lógica del sistema no se pueden pensar problemas contrarios a él. Las experiencias a las que hacemos referencias son paradigmáticas en tal sentido, usando la lógica del poder dominante terminaron pensando igual, mirando con el mismo prisma la vida social y así se tornaron anodinas aún para hacer reformas menores. No es esencialmente distinto lo que le ocurrió a la concepción de dictadura del proletariado, al socialismo real, que tomó estructuras, instituciones y hasta la misma lógica como herencia legitima para su propio proceso. Todos esos mecanismos, todo ese conjunto institucional no está vacío, es más, está lleno. Lleno de producciones constantes a favor de mantener y reproducir un tipo de orden social, privilegios, opresión, explotación. De mantener la dominación. No parece ser de buena estrategia elegir aquellas vías, aquellos lugares y trayectos que tienen dueño y el poder de imprimir su sello a lo que allí entra. ¿Cuantas organizaciones políticas, cuantos luchadores llenos de ideales y sueños terminaron pensando con la lógica del sistema y viendo como enemigos a sus queridos compañeros de ayer? ¡Que perversos son esos dispositivos, como atrapan, como cambian las cabezas y la estructura sentimental y que cuadro doloroso puede llegar a presentarnos!
No pensamos que el llamado Progresismo tenga una estructura diferente a los reformismos clásicos. Nos parece sí, que tiene elementos que son propios de otro tiempo, pero son componentes que juegan dentro de una estructura bastante similar a la anterior. Llegar al Estado para de allí realizar las transformaciones que tienen planteadas aunque muchas de ellas, aquellas que no son solo mejoras secundarias, están totalmente por fuera de posibilidades. Elijen lo electoral como medio fundamental y el respetar el conjunto institucional pesado. Por supuesto no se nos escapa, que aún en este marco, hay matices considerables de diferencia entre los llamados Progresismos.
Está unido a este enfoque que hemos venido considerando toda una conceptualidad, el concepto vanguardia. Esto significa en esta práctica política la existencia de una sola dirección: del partido a la clase y la población toda. Circula por el interior de esta concepción la creencia de que la población, la “masa” debía permanecer subordinada al Partido y que sola era incapaz de crear instancias de liberación.
El elitismo y vanguardia son dos formas de jerarquizar las prácticas y deslizar, hasta posiblemente inconscientemente, valores que no pertenecen al campo de los oprimidos ni a un proceso que necesita ser bañado por la luz de nuevos valores para que su marcha no sea confusa y hasta negativa.
Para esa conceptualidad de elitismo dirigente y vanguardia no importa el grado de desarrollo de autoorganización, de autogestión, de democracia directa de instancias populares. Pues, no se trataba, en el fondo, de crear un pueblo fuerte sino un partido fuerte capaz de conducir. El pueblo debe acompañar, especialmente en la instancia electoral, a quienes lo “representan”. Reduccionismo político total, hijo, por otra parte de toda una concepción general reduccionista. Estas creencias quedan hoy más que cuestionados, podría decirse despedazados en cualquier análisis descriptivo de rigor. Esa descripción que es necesario articular para la producción de hipótesis de carácter teórico. Para robustecer con rigor una estrategia de Poder Popular
¿Esto significa que no es necesaria la Organización política? Nó, nada de eso. Entendemos la organización política como portadora de otras prácticas, no como sinónimo de vanguardia ni de élites “esclarecidas” sin las cuales el pobre “pueblo ignorante” no sale del laberinto capitalista. Sí, la organización política forma parte sustancial en la construcción de esa salida pero desde otros valores, desde otras prácticas ideológicas y éticas, desde otra sensibilidad social. Organización eficiente no es sinónimo de jerarquía. Organización política siempre adentro del proceso popular, articulada con sus luchas y en relación horizontal. Formando así parte de aquel proceso que el pueblo lleva adelante, conviviendo con su grado de conciencia. Aspirando a contribuir son su aporte específico con sentimiento de pertenencia a ese pueblo en plano de igualdad no de las “alturas” del saber.
Los caminos cortos son los más largos y además engañosos.
El tiempo de los procesos sociales no se puede decretar por los procesos imaginarios. Los caminos cortos, “pragmáticos”, lo “concreto” cuando se parte de un punto estratégicamente equivocado, son cantos de sirena y no producen cambios sino sólo más de lo mismo. Por eso importa hablar de una nueva forma de hacer política, de construir un pueblo fuerte, de articular esas dos instancias, la social y la política, en un campo coherente. Importa igualmente que la estrategia (en sus diferentes niveles) y la táctica tengan una relación de recíproca influencia. Pues la táctica debe existir en el seno de la estrategia y esta se realiza a través de ella. Si bien son campos distintos deben estar permanentemente conectados. No es válido decir que determinadas prácticas son válidas porque solo son una táctica, no sirven sino guardan ellas correspondencia con ninguna estrategia de cambio.
Una forma de hacer política que construya en su quehacer cotidiano los elementos para un pueblo fuerte y un futuro de poder popular ha sido objeto permanente de crítica dura por quienes creen que solo los partidos de vanguardia o de dirección son capaces de realizar determinada luchas en relación con lo popular. Son los que confunden e identifican escena política con la legalidad, la democracia burguesa y la institucionalidad reinante con sus elecciones a la cabeza. Es más que error confundir la escena política con la legalidad burguesa que nos ofrece la “política” del enemigo. La verdadera escena política, las proyecciones y disputas estratégicas del proyecto de poder son los elementos de la política general que nos interesan. O sea, el actuar desde nuestro terreno, conformando instancias y confluencias políticas por afuera y en contra de los “juegos” políticos que nos ofrece la burguesía.
Es legítimo el dar por sentado que no hay conocimientos dados de valor eterno, que tienen valor para todo tiempo y lugar. Nos parece que debe haber una preocupación y búsqueda permanente en pos de irnos haciendo de las herramientas conceptuales que nos proporcionen la mayor comprensión posible de la vida social, del sistema de dominación, la configuración del conjunto de sus relaciones, su forma de operar en una “etapa” y coyuntura determinada. La intención es no dar palos de ciego o repetir recetas y creencia que pertenecen a otro tiempo. Muchos ya constituidos en dogmas y doctrinas que creen que tienen casi todo resuelto.
Puede ser políticamente hasta suicida el recurrir a paradigmas compuestos por creencias o “sentidos comunes” que no tienen rigor. Ese hecho que menciona Bachelard: “Llega un momento en que el espíritu prefiere lo que confirma su saber a lo que lo contradice, en el que prefiere las respuestas a las preguntas. Entonces el espíritu conservativo domina, y el crecimiento espiritual se detiene… predominan las respuestas ya encontradas y aparece cada vez menos dispuesto a cuestionar aquello que con tanto trabajo logró “conocer”.
La ideología no viene de afuera, como planteo el marxismo-leninismo, se produce en el seno mismo de las prácticas, en las ideas y comportamientos que el pueblo va realizando a través de sus diversos enfrentamientos. La producción de una tecnología social-política nueva y “discursos de saber” correspondientes a la liberación no pueden producirse sin desplazar a los que hacen a la dominación. Son discursos que deben entrar en confrontación y que deben abrevar de todas las instancias de resistencia donde el pueblo protagoniza luchas. En tal sentido, también la Organización política está en constante reeducación.
Sobre sujeto y cambio hay un documento de la organización que nos parece claro, el dice: “El sujeto también es una producción histórica” nos avisan los estudiosos y por lo tanto hay que poner en funcionamiento prácticas que lo vayan produciendo y organizando. El conjunto de prácticas del sistema, más las heredadas de otros brutales sistemas anteriores, se han orientado a crear un sujeto individual-colectivo que encaje lo más profundo posible en el orden capitalista existente, en los valores que lo sustentan. No cabe duda que es mucho lo que han logrado internalizar en ellos-nosotros.
Siendo así otro sujeto histórico no vendrá de la nada, no aparecerá como por arte de magia, debe ser el fruto de prácticas que internalicen otras cuestiones que chocan con lo dominante. La participación efectiva, la autogestión, la acción directa, la forma federal de funcionamiento realmente democrático, la solidaridad y apoyo mutuo, necesitan de mecanismos, organizaciones, prácticas regulares para su desarrollo. Necesitan constantemente organización. La continuidad que necesitan, para un despliegue que permita el cambio, requiere de una sostenida actividad estratégica. Una estrategia coherente, que no desteja lo que en un momento dado se teje. Una estrategia que tenga en su interior un mundo distinto que va desplegando desde el seno de otro que le es antagónico
Esto no implica el todo o nada o arar en el desierto. Se debe ubicar con la mayor precisión posible cual es el punto de partida, el carácter específico que tiene el conjunto de las relaciones sociales que configuran y sostienen el sistema y cada formación social histórica precisa en la que debemos actuar. Desde esta cruda y brutal realidad social debemos partir, no elaborar soluciones a través de procesos mentales independientes que no guardan relación en como son y se están dando determinados procesos sociales concretos.
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